Nada más triste que sentirse ajeno
No importa cuánto me esfuerce por hacer de éste un hogar
No importa cuánto me esfuerce por hacer de éste un hogar
de mis brazos tu amparo
de entre mis piernas tu refugio
No importa cuánta sopa de pollo prepare para la cena
ni de los cigarros que compartimos a escondidas
ni las caminatas por la playa
No bastan las mil palabras de mi limitado vocabulario
ni los suspiros antes de dormir
ni las noches en vela esperando el amanecer
No importa si tiene llaves de la casa
ni si paga la renta
ni si nos cortan la luz y tenemos que hacer el amor a la luz de una vela
Es lo triste de vivir con un exiliado.
Nada importa porque éste nunca será su hogar
Ni yo, ni esta casa, ni los nuevos recuerdos.
Sus anhelos siempre estarán en otro lado
al que solo puede llegar con la memoria.
Ese otro lugar del que yo estoy exiliada
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