Niña, ave de las mil plumas. Las letras de la bienaventuranza se terminaron hace unos dos siglos y varias eternidades. Ya no hay estudios recientes ni fuentes fidedignas; la investigación agotó el tema y de ahí no nos hemos movido. Pero hoy me encontré en tu blog unas nubes que se comen con los dedos, un ser que es y tiene conciencia de ser, un día que sabe a arroz con leche, unas piernas que vuelan con el viento, el cielo que a carcajadas nos llueve encima… Y descubro que la inmensidad, la metáfora en movimiento existe en tu voz. Eres así tan llena de vida que te vuelcas en ti misma con cada paso que das. Y vuelcas a un nuevo ser al mundo con una sonrisa en el rostro y un miligramo milagroso de esperanza hueca. Espero encontrarte un día en algún café de París.
Jamás olvidaré un contacto, por más efímero y breve que éste haya sido: una imagen de dos peces volando sobre la línea del tiempo, sumergiéndose entre su espuma, besándose las aletas. Luego me atrae una fruta, aún tierna, rodeada de pelusas moradas y rosadas y otras verdes; una botella de vino y un paraguas santiguado cayendo del tejado.
Siempre que te veo pienso todo eso, y tal vez habrás notado que cuando te veo a distancia tardo mucho en saludarte. Es que me pongo a tripear un ratito pequeño. Es muy agradable.
2 comments:
Niña, ave de las mil plumas.
Las letras de la bienaventuranza se terminaron hace unos dos siglos y varias eternidades. Ya no hay estudios recientes ni fuentes fidedignas; la investigación agotó el tema y de ahí no nos hemos movido. Pero hoy me encontré en tu blog unas nubes que se comen con los dedos, un ser que es y tiene conciencia de ser, un día que sabe a arroz con leche, unas piernas que vuelan con el viento, el cielo que a carcajadas nos llueve encima… Y descubro que la inmensidad, la metáfora en movimiento existe en tu voz. Eres así tan llena de vida que te vuelcas en ti misma con cada paso que das. Y vuelcas a un nuevo ser al mundo con una sonrisa en el rostro y un miligramo milagroso de esperanza hueca.
Espero encontrarte un día en algún café de París.
Salud
(*)un calcetín(*)
Jamás olvidaré un contacto, por más efímero y breve que éste haya sido: una imagen de dos peces volando sobre la línea del tiempo, sumergiéndose entre su espuma, besándose las aletas. Luego me atrae una fruta, aún tierna, rodeada de pelusas moradas y rosadas y otras verdes; una botella de vino y un paraguas santiguado cayendo del tejado.
Siempre que te veo pienso todo eso, y tal vez habrás notado que cuando te veo a distancia tardo mucho en saludarte. Es que me pongo a tripear un ratito pequeño. Es muy agradable.
Me gusta tu blog. Frog girl se parece a ti.
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